sábado, novembro 15

Químico Valiente

Los dedos se deslizaron por las tersas cuerdas de la guitarra arrancándoles el sonido del recuerdo.
La vibración sobre su piel le inundaba el cuerpo de olores, sabores, sensaciones antaño vividas que deseaban salir y desordenar la habitación de nuevo.
La voz dulce desgarraba el aire oblígandole a separar sus dedos de aquel cuerpo lacado de mujer que lo estremecía y le hacia vivir.
Los días trancurrían ausentes hasta el instante en que sus cuerpos se unian y eran un sólo y monotono motor lejos de la urbe, el cemento, los hierros...Sólo el sonido del mar, el repicar de los cocos chocando entre ellos y el susurro de las hojas de los árboles eran aceptados en la banda para evocar todo el almízcle y anis de una vida sin sentido lejos del único tambor que bombeaba felicidad e esa postal paradisiaca: Ella.

eva méndez doroxo

dedicado con cariño, gracias por el texto.

2 comentários:

Nelson disse...

Que beleza... quase me levas pelo ritmo das palavras até a esse paraíso.

Eva disse...

:) logo aínda me queda traballo por facer. Que vaia moi ben esta noite!!

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